13. Shiva y Parvati: La Montaña, el Valle y el Retorno de los los verdaderos Maharajas

Autor: alberto@yogaisnotasana.com

Shiva y Parvati

En el corazón de la filosofía hindú, la unión entre Shiva y Parvati nos enseña la relación entre lo eterno y lo cambiante, entre la consciencia y la manifestación. Shiva, la montaña inmutable, simboliza la verdad absoluta, la conciencia pura que trasciende el tiempo y el espacio. Parvati, el valle que fluye alrededor de la montaña, representa la manifestación dinámica y el mundo material, que encuentra su propósito al ajustarse a la presencia eterna de la montaña.

Sin embargo, en nuestra era, este equilibrio ha sido profanado. En lugar de que la manifestación se adapte a la consciencia, vemos un mundo donde la consciencia parece forzada a someterse a la manifestación. En este error fundamental, marginamos a quienes sostienen la verdad más elevada: los sadhus, los yoguis: los verdaderos Maharajas. Esto no es solo una pérdida espiritual, sino una caída colectiva hacia la desconexión, el caos y, en última instancia, la destrucción.

La Montaña y el Valle: Consciencia Inmutable y Manifestación

La montaña es inamovible, eterna, el testigo silencioso de todas las eras. El valle, en cambio, se adapta, fluye y encuentra su forma alrededor de la montaña. En esta relación, Parvati no intenta cambiar a Shiva; en cambio, reconoce que su propósito reside en ajustarse a la verdad inmutable que él representa.

Este principio es la base de todo el equilibrio cósmico: la manifestación debe encontrar su dirección en la consciencia suprema, no al revés. Pero cuando la manifestación busca dominar la consciencia, como ocurre hoy, se desata un proceso de desconexión. La consciencia se fragmenta, y lo que era un flujo armonioso se convierte en caos.

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La Marginación de los Maharajas

En la actualidad, aquellos que representan la montaña de la verdad son marginados y ridiculizados. En lugar de buscarlos como guías, la sociedad los trata como obstáculos o como una amenaza al orden establecido. Esto no es una cuestión menor; es un reflejo del intento de hacer que lo superior sea controlado por lo inferior.

  1. La inversión del equilibrio: En lugar de permitir que la consciencia guíe la manifestación, vemos un mundo donde lo material y lo temporal buscan someter a lo eterno y trascendente. Esta inversión no puede sostenerse; lo inferior nunca podrá controlar a lo superior sin destruirse a sí mismo en el proceso.
  2. El riesgo de la caída: Shiva, como destructor, no actúa por crueldad, sino como una fuerza correctiva. Cuando la manifestación se separa de la consciencia, su desconexión se convierte en un camino hacia el colapso espiritual. La marginación de los portadores de la verdad no solo es injusta, sino que condena a la humanidad a una desconexión espiritual profunda, un "infierno" donde reina la fragmentación y el vacío.

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No se Aprende de la Marginación, Se Corrige

La marginación de los portadores de la verdad no es una lección que debamos aceptar como necesaria o instructiva. No podemos romantizar el sufrimiento de aquellos que representan la verdad. Cuando marginamos a los verdaderos Maharajas, no estamos aprendiendo; estamos perpetuando un ciclo de ignorancia y pérdida.

La consciencia no se somete: La verdad suprema, representada por Shiva, no puede ser controlada por lo inferior. Intentar someterla solo lleva a la desconexión y al caos. En lugar de aprender de la marginación, debemos corregir este desequilibrio devolviendo a los sabios y a los buscadores su lugar legítimo como guías de la humanidad.

El riesgo de desconexión: La marginación de los portadores de la verdad no es un acto neutral; es una desviación peligrosa que nos lleva hacia el colapso espiritual. Sin la conexión con la montaña de la consciencia, el valle de la manifestación pierde su propósito y dirección.

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Shiva, el Destructor de las Ilusiones

Shiva no permite que lo inferior domine lo superior. Su rol como destructor es un recordatorio de que las estructuras que no se alinean con la verdad suprema no pueden sostenerse. Las sociedades que marginan a los verdaderos Maharajas no están aprendiendo; están cavando su propia tumba.

La verdad engulle las ilusiones: Así como Shiva absorbe todo en su danza de destrucción, la verdad suprema destruye todas las falsedades y fragmentaciones. Esto no es un castigo, sino un proceso de purificación. Lo que no se adapta a la consciencia será inevitablemente destruido para dar paso a algo más alineado con la realidad eterna.

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El Llamado de los Verdaderos Maharajas: La Verdad como Puente entre el Cielo y el Infierno

Es tiempo de despertar. La marginación de los portadores de la verdad, los verdaderos Maharajas, no es solo un error espiritual; es un acto que nos empuja hacia el abismo. Ellos, los guardianes de la consciencia suprema, no son figuras decorativas ni reliquias de un pasado olvidado. Son el eje sobre el que se sostiene el universo, la montaña que da dirección al flujo del valle. Ignorarlos no es solo un desprecio hacia ellos, sino un rechazo al mismo principio que da sentido a nuestra existencia.

Shiva nos enseña que sin consciencia no hay manifestación, y sin verdad no hay propósito. El equilibrio entre la montaña y el valle no es opcional: es el fundamento de todo. Cuando la humanidad olvida esta lección, no simplemente se pierde, sino que desciende a un estado de caos y desconexión. Esta desconexión no es una metáfora; es el infierno mismo.

Pero el cielo está a nuestro alcance. Recuperar a los verdaderos Maharajas no es un acto de caridad o nostalgia, sino una elección consciente de alinearnos con la verdad más elevada. Es la diferencia entre vivir como fragmentos rotos o como partes de un todo armonioso. Es la diferencia entre el cielo y el infierno, literalmente.

El llamado de los Maharajas es un llamado a regresar a la esencia, a reconocer que la manifestación no puede existir sin la consciencia que la guía. No es tarde para corregir el curso, pero debemos actuar ahora, porque la danza de Shiva no espera. Todo lo que no se adapte a la verdad será destruido. Esta no es una amenaza, sino una ley cósmica.

El futuro de la humanidad depende de esta elección: continuar en la desconexión que nos arrastra al infierno o regresar a la montaña, donde la verdad suprema aguarda. Escuchemos el llamado de los verdaderos Maharajas. Honremos su presencia, absorbamos su sabiduría y permitamos que el valle fluya de nuevo alrededor de la montaña inmutable. Solo entonces encontraremos el cielo, no como un lugar distante, sino como una experiencia viva en el aquí y ahora.