8. La Paradoja de la Sabiduría: Filosofía, Música y la Rendición Inaccesible

Publicado el: 9 de enero de 2025

Autor: alberto@yogaisnotasana.com

La Paradoja de la Sabiduría

Vivimos en un mundo donde la verdad se mide por su atractivo, donde lo profundo debe ser vendido como un producto, y donde lo superior se subordina al juicio de lo inferior. Esta paradoja atraviesa todos los aspectos de nuestra existencia, desde la filosofía hasta la música. No se trata solo de que el mundo moderno haya desvirtuado y profanado todo cuanto pueda desvirtuarse y profanarse; se trata de que ha perdido incluso la capacidad de reconocerlo.

El Mito de la Admiración: ¿Realmente seguimos a los sabios?

Muchos dirán: "Claro que valoramos a los filósofos, seguimos a los músicos, leemos libros y apreciamos el arte." Pero esta afirmación está cargada de un problema invisible. La pregunta que deberíamos hacernos no es si seguimos a los filósofos o músicos, sino cómo lo hacemos. Y la respuesta, aunque incómoda, es evidente: lo hacemos solo cuando nos dan lo que queremos.

Un filósofo no puede hablar con libertad si lo que dice no agrada. Un músico no puede crear sin pensar en si su obra será aceptada o vendida. La verdad y la creatividad, en lugar de ser caminos de conexión con lo trascendental, se han convertido en herramientas de validación externa. Así, los que saben más se ven obligados a adaptarse a los que saben menos, y la sabiduría se diluye hasta ser irreconocible.

El Problema de la Validación: El juicio de lo inferior

En este mundo, los seres superiores no solo son invisibles para la mayoría; son puestos a trabajar para ellos. Los filósofos se convierten en entretenedores, los músicos en meros proveedores de entretenimiento, y los místicos simplemente están completamente prohibidos. Todo deber ser validado por la mediocridad del populacho, y validar lo superior a través de lo inferior es una forma infalible para bajar a los infiernos donde nos encontramos ahora.

¿Cómo va a rendirse alguien a una entidad superior como Krishna si ni siquiera puede reconocer la superioridad de otro ser humano? En lugar de aceptar y aprender de los que están más allá de su comprensión, la gente busca adaptar su mensaje para que encaje en su limitada visión del mundo. Es como si el océano tuviera que convertirse en un vaso de agua para ser entendido. Y cuando la sabiduría se reduce a algo que cabe en la mente de quien la consume, deja de ser sabiduría.

El Absurdo de Dios Adaptado al Hombre

Imaginemos un Dios que tuviera que adaptarse al capricho de quienes no pueden comprenderlo. ¿Debería Krishna convertirse en una figura cómoda y comercial para ser aceptado? Este es el nivel de absurdo al que hemos llegado. La verdadera espiritualidad, como la verdadera filosofía o música, no busca complacer, sino transformar. Y la transformación, por su propia naturaleza, implica incomodidad, choque y ruptura.

Sin embargo, en un mundo donde lo divino debe venderse, donde incluso Dios debe ser "apto para consumo," la verdadera rendición es casi imposible. Porque rendirse no es un acto de control; es el acto de reconocer que no lo tienes.

La Cultura del Dinero: ¿Quién decide lo bueno?

Hoy, el criterio de valor no está en la verdad ni en la profundidad, sino en el dinero. El que más tiene es visto como el que más sabe, y el que puede pagar es quien decide qué merece la pena. En este sistema, la sabiduría auténtica no tiene lugar, porque no es rentable. Y cuando los caminos de la espiritualidad, la filosofía o la música se subordinan al mercado, pierden su esencia.

Lo más peligroso es que este patrón se perpetúa porque nadie cuestiona el sistema que lo sustenta. Se asume que el éxito y la validez están definidos por la aceptación masiva, cuando en realidad están definidos por la conexión con lo superior, con lo verdadero.

Rompiendo el Patrón: La guía que nadie quiere aceptar

La solución a este problema no es fácil ni cómoda, porque implica aceptar algo que Occidente rechaza con todas sus fuerzas: que no somos autosuficientes. Que no podemos elegir lo bueno por nosotros mismos sin ser guiados por quienes saben más. Que la validación no es algo que podamos exigir, sino algo que debemos buscar con humildad.

El primer paso es reconocer que no somos el centro. Que la sabiduría no está aquí para servirnos, sino para transformarnos. Que la música, la filosofía y la espiritualidad no son productos, sino caminos que requieren rendición y respeto.

Conclusión: La Verdad que Nadie Quiere Escuchar

Mientras sigamos adaptando lo superior a lo inferior, mientras exijamos que la sabiduría se convierta en entretenimiento y que lo divino se ajuste a nuestros deseos, no habrá rendición, ni transformación, ni progreso. La verdadera revolución comienza cuando dejamos de exigir que todo se adapte a nosotros y empezamos a adaptarnos a la verdad, aunque duela, aunque desafíe todo lo que creemos.

La pregunta no es si estamos listos para rendirnos. La pregunta es: ¿Cuánto más sufriremos antes de aceptar que no podemos controlar lo que está más allá de nuestro entendimiento?