3. Yoga y la Hipocresía Occidental: El Caso del Yogi que Alcanzó Moksha y fue Silenciado

Publicado el: 9 de enero de 2025

Autor: alberto@yogaisnotasana.com

Yogi llevando una cruz

La sociedad occidental ha adoptado el yoga como un pasatiempo de bienestar, una rutina en gimnasios y salones que se promociona como una panacea para el estrés, la ansiedad y el estado físico. Pero, ¿qué sucede cuando alguien decide vivir el yoga en su esencia más pura? ¿Qué ocurre cuando un yogui verdadero, que ha alcanzado moksha y la unidad con lo divino, regresa a Occidente? La respuesta: incomprensión, rechazo, e incluso la violencia del encierro forzado en un hospital mental. Este artículo explora esta ironía amarga, una paradoja tan profunda que revela la hipocresía y el cinismo con los que Occidente trata las auténticas experiencias espirituales.

El Verdadero Yoga: Más Allá del Gimnasio y las Posturas

El yoga es, en su esencia, un camino hacia la liberación espiritual. Los textos antiguos, desde los Yoga Sutras hasta el Bhagavad Gita, hablan de un proceso profundo de auto-transformación, en el que el individuo disuelve el ego y alcanza un estado de unidad con el universo. Este estado, conocido como moksha, es la culminación del yoga y una de las experiencias más elevadas que puede alcanzar el ser humano.

Sin embargo, en Occidente, esta profundidad es ignorada. Lo que se promociona como "yoga" en realidad es una versión diluida, casi caricaturesca, que gira en torno a la tonificación muscular y el alivio temporal del estrés. La gente acude a las clases de yoga para "poner el cuerpo duro" o mejorar su figura, creyendo que han captado la esencia de esta disciplina milenaria. En esta visión distorsionada, el yoga se convierte en otro producto de consumo más, algo que se compra y se desecha sin entender su verdadero propósito.

El Caso del Yogi Silenciado: La Experiencia que Occidente no Tolera

Imaginemos el caso de un yogi que, tras años de inmersión en la cultura y espiritualidad india, alcanza moksha y experimenta una conexión tan profunda que le lleva a vivir como Shiva, a ver el mundo entero como una expresión de sí mismo, y a experimentar una paz y un amor indescriptibles. Pero, en lugar de ser honrado o comprendido, este yogi es traído de vuelta por su familia y, debido a su transformación, encerrado en un hospital mental. La razón es simple: la familia y la sociedad no pueden entender ni aceptar una transformación que no encaja en sus estrechos parámetros de "normalidad".

Este acto no es solo un malentendido, sino una violación y una falta de respeto hacia lo que significa realmente el yoga. Mientras los gimnasios y las clases de yoga se llenan de personas que se esfuerzan por alcanzar una versión diluida del bienestar, la sociedad responde con repulsión y rechazo cuando alguien alcanza la verdadera realización. El mensaje es claro: en Occidente, el yoga solo es aceptable mientras siga siendo superficial. La verdadera liberación, la trascendencia de la identidad y el ego, es vista como una amenaza que debe ser controlada.

La Farsa del Yoga en Occidente y la Estupidez del Aplauso Familiar

La ironía no podría ser más cruda. Madres, padres y familiares que ven en el yoga una actividad "moderna" o "saludable" son los mismos que, en muchos casos, presionan a sus hijos a conformarse con la vida materialista y los "éxitos" convencionales. Sueñan con que sus hijos, después de haber pasado años inmersos en una auténtica búsqueda espiritual, regresen a "poner el culo duro" a otros en el gimnasio o a abrir una "escuela de yoga" que no es más que un negocio vacío. Para estos familiares, el yoga es solo aceptable si se convierte en un producto más, si encaja en la visión estrecha y superficial de una vida "normal".

Es una ironía profunda y casi cruel: aquellos que realmente viven el yoga y se liberan de las cadenas del ego y las expectativas sociales son marginados, ridiculizados o incluso encerrados, mientras que quienes se adhieren a la versión comercial y vacía son celebrados y aplaudidos. El yogi que alcanza moksha no encuentra reconocimiento; encuentra la incomprensión y el rechazo de su propia familia, que se aferra a los sueños superficiales de "normalidad" y éxito.

La Paradoja de Occidente: Celebración del Yoga mientras se Teme su Verdad

La sociedad occidental proclama valores de apertura y aceptación, pero en el fondo teme la autenticidad y la profundidad que el yoga representa. Mientras el yoga se mantenga como una actividad física más, todo está bien; pero cuando se convierte en un camino de transformación real, Occidente lo rechaza. Es un ejemplo claro de la hipocresía y el cinismo que impregnan esta cultura. El yoga verdadero es un desafío a la estructura misma de los valores occidentales, que se sustentan en la individualidad, el materialismo y la necesidad constante de validación externa.

El yogui que realmente ha alcanzado moksha no necesita validación; ha trascendido la necesidad de reconocimiento social y ha encontrado una paz interna que no depende de nada externo. Pero la sociedad, al no entender esta autonomía espiritual, lo ve como una amenaza. Es un reflejo de los límites de una sociedad que predica la tolerancia pero teme la libertad interior.

Conclusión: La Ironía de una Cultura que Celebra el Yoga mientras Destruye a sus Verdaderos Practicantes

El caso del yogui auténtico que, al volver a Occidente, es silenciado y controlado, revela la verdad de cómo se percibe el yoga en estas sociedades. No se trata de un camino espiritual, sino de un producto más, una actividad superficial que no debe ir más allá de ciertos límites. Cuando alguien traspasa esos límites, la respuesta es el rechazo, el control y, en el peor de los casos, el encierro.

Este cinismo hacia el yoga auténtico revela una verdad incómoda sobre Occidente y su incapacidad para aceptar la trascendencia espiritual. La paradoja es cruel: el yoga solo es permitido mientras no desafíe las estructuras establecidas. Cuando alguien realmente vive el yoga y alcanza una verdad que va más allá de la mente condicionada, esa persona es vista como una amenaza. Occidente celebra el yoga en sus gimnasios, pero margina y silencia a quienes realmente viven su esencia.

Para aquellos que buscan el verdadero yoga, el camino es claro: deben estar preparados para enfrentarse a una sociedad que celebra el yoga superficial y teme el yoga real. Y deben encontrar la fuerza para no buscar validación en quienes nunca comprenderán la verdad de lo que han experimentado.